jueves, 30 de septiembre de 2010

19


Por la mañana el momento no llegó.
En la almohada encontré una nota de Ojos Azules avisándome de que tendría que pasar el día fuera pero que esperaba no encontrarme a su vuelta tan cansado como la noche anterior para poder estar un rato conmigo. Yo suspiré aliviado diciéndome que si no completaba mi confesión no era ahora por culpa mía y que hasta la noche tendría tiempo bastante como para pensar bien cuales iban a ser mis palabras, esto es, encontré una forma satisfactoria para mi conciencia de aparcar el asunto y me lancé a la vorágine de la jornada...
Después ha resultado que por una razón o por otra el momento siempre parece ser inadecuado:si él está feliz, pues porque yo no creo ser quien para estropear su felicidad; si le siento preocupado, porque no me parece justo añadir una nueva preocupación más a las que ya tiene. A veces porque Casilda está ahí en un rincón contemplándonos con su mirada oscura y siniestra (adjetivos que a Ojos Azules le hacen partirse de risa cuando los empleo referidos a Casilda ), y pienso que si elijo ese momento para confesar mi pequeña infidelidad ella va a sacar un cuchillo de monte de debajo del delantal y va a venir corriendo hasta a mi enarbolándolo y dando alaridos. A veces, muchas, sin razón aparente, porque estamos paseando bajo esos cielos excesivamente grandes y grises sin hablar, a ratos cogiéndome él de la mano como si fuéramos dos colegialas al salir del insti, y entonces pienso que podría sincerarme y que él no iba a dejar caer mi mano de entre sus dedos al escucharme. Pero de pronto imagino la sombra de dolorosa decepción que va a dibujarse en su rostro mientras yo le hablo y cualquier vestigio de valor que pudiera haber sentido se desvanece.
Nunca me ha mirado nadie como él lo hace y no quiero que desaparezca esa luz de sus ojos cuando me mira...
Al lado de ese sentimiento, mi affaire con el camionero va empequeñeciéndose, ha pasado a la categoría de anécdota y me pregunto de pronto si no habrá sido un sueño, y si no lo fue si merece la pena rescatarlo de mi ya casi olvido para enrarecer lo que hay entre Ojos Azules y yo. La estupenda versión de mi que siempre encuentra la manera ideal de justificar mis actos y darles una explicación por bochornosos que sean, decide que quizás el asunto en el área no fue más que una señal divina destinada a hacerme valorar en su medida adecuada mi relación, y que es así como debo tomarlo: he recibido la señal y voy a proceder en consecuencia, eso es todo.
Así que los días empiezan a encadenarse uno tras otro y yo me embarco en una rutina trabajo de dia, Ojos Azules de noche, que llevo con la alegre pero sólida virtud de una nueva versión de Maria Goretti, con pelos en las piernas y algún que otro pensamiento deshonesto, eso sí, que a pesar de todo no me cuesta ahuyentar con un suspirito. Con este sano espíritu me adentro cada mañana en el lupanar que es el telepizza, con el Mr. y su equipo de nenes lascivos. Por íncreíble que pueda parecer Carlos resulta ser todavía peor que yo en asuntos culinarios, con lo cual ha quedado destinado a la motito permanentemente mientras yo ( que a la vez demostré lo nefasto que resulté patrullando las calles el primer día que estuve con la moto ) he sido emplazado en la cocina. No me cuesta demasiado el asunto de desperdigar con vehemencia puñados de esto y de aquello sobre los redondeles de masa y evadirme un tanto de la atmósfera de concupiscencia que reina en el pequeño espacio en el que tengo que trabajar con mis compañeros, es más, lo encuentro relajante y hasta cierto punto satisfactorio. Los que me rodean, viendo que no entro al trapo en las bromitas subidas de tono y los tocamientos "involuntarios" ya empiezan a tomarme un poco el pelo y cacarean cuando entro "no digais ordinarieces que llega la santita" pero el tema me divierte y supongo que forma parte de un buen ambiente laboral.
A Carlos no le divierte, de hecho se siente preocupado cuando llega el momento en que se ha pasado por la piedra al 70% de la plantilla y yo todavía no me he estrenado con ninguno.
"Tu me ocultas algo" dice cuando cada noche rechazo con mi sonrisa virtuosa acudir a la fiesta que se montan al terminar jornada y me largo a coger mi furgo. Yo cada vez le digo adios con la manita en plan primera-dama-del-gobierno desde detrás del volante y salgo derrapando a mi refugio personal en planeta-gallinero.
Pero claro, Carlos como era de esperar no va a conformarse con esa actitud evasiva, está decidido a tener algo que ver con mi vida y mis asuntos aunque pretenda tenerle al margen de ellos. Hoy jueves, día en el que tengo la tarde libre y me puedo marchar después de la hora de comer, no le he visto por ahí rondando como hace siempre que me voy, y por un momento he pensado que se ha cansado de darme la paliza y me va a dejar seguir con mis cosas mientras él se dedica a las suyas...
...no es así, claro, apenas me meto en la autovía para salir de la ciudad y a pesar de tener la cabeza un poco en las nubes fantaseando sobre de qué forma pasaré la tarde con Ojos Azules aprovechando el extra de tiempo libre, no tardo en darme cuenta de que una moto roja me está siguiendo.
- No lo puedo creer -murmuro en voz alta-.
Piso el acelerador decidido a perder al moscón en una curva, pero el Mr. debe tener las motitos trucadas porque tiran que se las pelan, y aunque gano una considerable ventaja, no termino de perderlo de vista. Mientras escupo todas las maldiciones que me vienen a la cabeza me pregunto que puedo hacer si descarto coger la salida que me lleva a casa de Ojos Azules para no llevarle directo justo hasta donde está deseando llegar, y la única opción restante es el área, como no. De manera que sigo pisándole a fondo hasta llegar, hoy está afortunadamente vacía y nadie va a ser testigo de como le doy un par de sopapos a mi pertinaz perseguidor.
Este, al entrar al área detrás mio y verme allí fuera de la furgo con los brazos cruzados en actitud combativa, se tambalea un poco sobre las dos ruedas hasta el punto de que me creo que se va a dar una trompada, pero no, retoma el control, se detiene a una distancia prudencial y se queda allí parado sin quitarse el casco ni bajarse de la moto.
- Vamos, so capullo -digo envalentonándome y caminando a grandes zancadas hacia él- ¿Porqué me estás siguiendo, qué cojones quieres? Carlitos, nunca pensé que llegaríamos a este punto de la relación pero siento como si estuviese a punto de darte una hostia...
El motorista se quita el casco y zas, no es Carlitos, es Feli, el cachas musculoso que estuvo a punto de violarme en el lavabo. Con Carlos no sé si podría en un combate cuerpo a cuerpo, pero con Feli sé positivamente que no puedo. Me paro en seco, tomo aire y digo con voz estrangulada:
- Coño, eres tú. ¿Se puede saber qué haces aquí?
Él se apea de la moto también con una sonrisita.
- Seguirte, ¿no lo ves?
Esa actitud chulesca no presagia nada bueno. Seguro que es buena idea aprovechar el momento para recular poco a poco y volver a mi vehículo, pero me parece como si el huir demostrando así lo que me acojona el tío fuese a precipitar las cosas en el peor de los sentidos, así que me decanto por permanecer firme donde estoy aunque sin seguir avanzando.
- Estás un poco lejos de la zona de reparto. Al Mr. no le va a gustar que andes haciendo el gamba por ahí con su moto sin hacer lo que te mandan.
- Al Mr. le encanta como me le follo, no va a decirme nada. Y a ti también te gustará si lo pruebas.
Miro a un lado y a otro, sin encontrar más que el paisaje un poco pelón que rodea el área, el cielo gris blanquecino sobre mi cabeza y el viento arrastrando un puñado de hojas secas hacia mis pies. Nunca el área me resultó tan apartada de todo como ahora.
- ¿No tienes bastante con Carlitos? ¿Porqué no te largas y me dejas en paz?
- De eso se trata, de Carlos. Está un poco obsesionado contigo y lo que sea que haces cuando sales de currar. Quería ser yo quien le aliviase la curiosidad, y en fin...-ahora él también miró alrededor con cierto aburrimiento-...me parece que he oido hablar de este sitio. Aquí se viene a follar, ¿no?
No contesto porque me temo la conclusión que Feli va a sacar y me creo que si no digo nada le va a costar establecer la asociación de ideas, pero es lo bastante hábil como para seguir él solo el hilo lógico de pensamiento.
- Pues entonces vamos a follar, ¿qué te parece?
- No quiero follar contigo, joder, ¿es que no te has dado cuenta todavía?
- Pero si no me has dado ni una oportunidad. Venga, donde te apetece, ¿en tu furgoneta o nos metemos ahí entre esas matas?
- He-dicho-que...NO -digo despacio mirándole a los ojos-.
Él sonríe de nuevo, porque le atrae el reto. Separa los brazos levemente del cuerpose agacha un poco y adopta una cierta postura de cazador a punto de saltar sobre su presa. Está claro que no va a conformarse con un "no".
Ahora he cambiado de idea con respecto a lo de no moverme y lo que espero es que una huida repentina sea lo que le sorprenda: en una milésima de segundo ya me he dado la vuelta y estoy corriendo hacia la furgoneta, con la mano forcejeando a la vez dentro del bolsillo de los vaqueros para sacar las llaves y salir de allí cagando leches. Intento inútil porque Feli se me tira en plancha a los pies como un jugador de fútbol americano, supongo que dándose una hostia cojonuda pero logra agarrarme de los tobillos y hacerme caer, con lo cual en la milésima de segundo siguiente le tengo encima, jadeando y forcejeando con mi bragueta. Está muy bueno, no diré que no, y tampoco que no haya tenido yo en mis momentos de calentón la fantasía de que un macho de estas dimensiones me fuerza salvajemente en el suelo de un aparcamiento, sin embargo el espíritu humano es complejo, lleno de contradicciones, y en este momento la idea de que Feli haga mis sueños realidad me parece carente de cualquier atractivo.
- ¡Vale, vale! -digo en un gritito tratando de postergar lo que parece inevitable- Lo haremos pero en la furgo mejor, que me estás despellejando el culo.
Mi agresor detiene el ataque un momento con una ligera sonrisa de desconcierto ( y creo que de desilusión ) ante mi repentina actitud de colaboración, y abre la boca para decir algo.
En ese momento, se oye un pitido corto de sirena y, aunque parezca increíble, de detrás de los matorrales más alejados sale con un rugido el coche patrulla de la Guardia Civil.
Romerales.
No sé si debo alegrarme o si esto es la demostración de que como dicen, por mal que vayan las cosas, siempre hay un peor. La otra noche tuve una pesadilla en la que Romerales me sodomizaba en un calabozo mientras su ayudante rubio con cara de dormido se meneaba con desgana una picha bastante floja, un sueño lleno de detalles ( la picha floja en si misma, la sensación de tener el palo de una escoba metido en el trasero, el hilillo de saliva que le caía del labio a Romerales ) que ahora se me antoja profético y amenazador. El hombre de mis sueños se baja ahora del coche con gesto de evidente satisfacción a la vez que Feli rueda de encima mío intentando subirse la bragueta.
- Ajá. Cometiendo actos deshonestos en medio de la vía pública.
- Por fin, agente -suspiro tratando yo de abrocharme los pantalones sin levantarme del suelo- Menos mal que ha llegado, este tipo estaba tratando de...
- ¿De violarte? -Romerales lanza una siniestra y silenciosa carcajada a un cielo al que solo faltan unos cuantos pájaros negros para componer el escenario de una película de horror- Se te ha caído el pelo, maricón. De momento os voy a llevar a ti y a tu novio al cuartelillo y allí ya veremos de cuantos delitos contra la moral y la salud te puedo acusar. Sodomita. Degenerado. Cochino.
Feli me mira como si aquello fuese una broma y yo fuese a decir en cualquier momento a Romerales "vale, ya está, ya se la hemos colado a este capullo, quítate el disfraz y el bigote postizo y vamos a montarnos un menage-a-quatre". Cuando repara en mi expresión, emite un gemido y parece que me ha leído el pensamiento porque susurra:
- Estamos jodidos.
La verdad, no puedo estar más de acuerdo...

4 comentarios:

  1. Esto está divertidísimo, chaval. Mi mente perversa no deja de rumiar que Ojos Azules nos va a dar alguna sorpresa tarde o temprano, pero mientras eso llega (o no), a ver cómo superan el asunto Romerales, que suena a que les va a poner las cosas muy duras. Ejem, quería decir complicadas :-D

    Besote (maestro).

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  2. Pues dos entregas postergadas y qué satisfacción! la 18 de calma y arrepentimiento y esta última de vamos que nos vamos que se desatan los líos.

    Me gusta mucho como el prota es incapaz de tomar las riendas de la situación, como las circunstancias le superan, una vez conseguido ese efecto puedes hacer con la historia lo que te venga en gana, que bien.

    De esta última entrada me ha gustado especialmente la descripción del sueño con Romerales y el posterior, ahí está el hombre de mis sueños, puro cinismo del bueno.

    Por aquí sigo y seguiré a la vera del presi que ya ha propuesto en la última reunión de socios escribir al papa (frita) para iniciar los trámites de canonización de Ojos Azules.

    Un beso muy grande. Qué se disfruta mucho con lo que haces niño!

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  3. Gracias por vuestras palabras, majetes. Así es dificil no encontrar la motivación suficiente como para seguir dándole al asunto.
    Besos a ambos...

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  4. Tu dale al asunto lo más que puedas, pero no te olvides de escribir. ;P

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