martes, 7 de diciembre de 2010

26


¿Son imaginaciones mías o mi vida y todo lo que la concierne está terminando por convertirse en una jodida opereta?...

AREA DE DESCANSO

Escena XXVI

Personajes

Protagonista ( chico en permanentes apuros )
Ojos Azules ( ideal romántico del prota con el don de la oportunidad )
Barba Dorada ( bien dotado y galante caballero albano-kosovar )

( Interior gallinero.  El protagonista acaba de incorporarse bruscamente, logrando que la polla de Barba Dorada abandone su recto con un sonoro "plop" para derramar a continuación el equivalente de un caldero de copiosa eyaculación sobre su espalda. Simultaneamente, los espermatozoides del protagonista, ávidos de movimiento y coleo tras meses de aburrimiento, se proyectan en una elegante parábola que termina a un par de centímetros de los pies de Ojos Azules. Tan solo una gota, diminuta y brillante cual perla majorica, se posa en la puntera de una de sus botas. Ojos Azules contempla de manera alternativa la gota de esperma y la escena que se desarrolla ante sí con un bate de beisbol en la mano y dos gallinas escandalizadas a la espalda. Lejos, rumor de lucha en el frente de la casa.)

Prota: ¡eres tu!, no te marchaste
Ojos Azules: ¿y esto es el amor que me juraste?
P.: ...puedo explicarte...
O.A.: dejalo, porque vas a liarte
Barba dorada ( boca arriba en el suelo, casi sin aliento ):
      Mouse-mouse (ratoncito-ratoncito)
      Unë e kam mbërthyer për të kandiduar (qué corridón me he pegado )
     Unë nuk mund të jap më shumë xhiro ( no le puedo dar más vueltas )
     Unë mendoj se kam rënë ( creo que me he enamorado )
O.A.: Le has dejado satisfecho
        de eso no cabe duda
        ahora recoge tu muda
       y déjame con mi despecho.
P.:¡No tuve otra opción
    fue una violación!
O.A.:Pues mientras te zumbaba
        bien se te caía la baba
       No parecías sufrir
       cuando te oía gemir
P.:El es grande y fortachón
    y aunque yo me debatía
    mientras él me la metía
   cedí al fin a su pasión.
B.D: Unë do të të marrë për burrin e saj ( te tomaré por esposo)
        edhe pse kjo tingëllon e tmerrshme (aunque te suene horroroso)
        por shih (pero verás)
       do të jeté si ( será lo más )
       net tona do të jetë një kaos (nuestras noches serán un desmadre)
       dhe duan për të takuar prindërit e mi (y querrás conocer a mis padres)
P.: No sé que dice pero no le hagas caso
     no para de cascar, yo de ese tío paso
O.A.: No soy tonto de babeo
         solo creo lo que veo
          He entendido lo que pasa
          por favor, abandona mi casa
P. ( compungido ): ¡yo solo te quiero a ti!
          no te alejes de mi
          por favor escucha mis razones
          mientras me pongo los pantalones
O.A: Mejor déjalos en el suelo
        por si vuelve a montarte a pelo
B.D: ( solícito ): kifle, po ju mërzit? ( bollito, ¿te está molestando? )
                         sepse në qoftë se është kështu, dhe unë jam i thau (porque si es así, ya le estoy zurrando)
P. ( colérico, a Barba Dorada ): 
        pero joder, ¿te quieres callar?
        no te puedo entender, me vas a marear
O.A.: Hasta en pleno asalto albano-kosovar
         encuentras una excusa para ponerte a follar.
         Estoy cansado de milongas, 
         creo que me voy a ir
         asi cuando él se reponga
         podeis hasta repetir

Se va )

P. ( clamando ora al cielo, ora a Barba Dorada ):
     ¿Ves la que has preparado?
      ¡Mi chico se ha marchado!
      ¡Todo esto me pone a mil!
      ¿De qué va este vodevil?
B.D. ( palmeándole el lomo, en tono comprensivo ):
      Mos u shqetësoni, unë do të ndalet krimi ( No te preocupes, dejaré la delincuencia)
      Dhe kalojnë ditën praktikuar imoralitet ( Y pasaremos el día practicando indecencias)
      Ejani tani, nuk do të jetë i bekuar (Ahora ven, no seas beato)
      dhe thith karin tim për një kohë (y chúpame la polla un rato)

( Barba Dorada se planta de pie frente al arrodillado protagonista y deja al alcance de sus labios un artefacto que de manera sobrenatural está recuperando sus enormes dimensiones )

P.: ¡Carajos! ¿es una alucinación
     o ya pasó el periodo de recuperación?
B.D. ( risueño ante los ojos asombrados del protagonista ):
     Ju shikoni, kosovaresa suxhuk Shqiptare ( así es, la salchicha albano-kosovaresa)
     një kohë të shkurtër parpa të jetë i ngurtë ( al poco rato vuelve a estar tiesa )
     Tani, le të vonesë ( ahora, déjate de dilaciones )     dhe thith deri në maksimalisht( y chúpala hasta los cojones )

( Aprovechando la boca de asombro en forma de "O" del protagonista, Barba Dorada le endosa entre los labios el aparato y agarrándole del pelo, comienza un balanceo de caderas mientras canturrea una canción popular albanesa. Las dos gallinas que aún permanecen en el lugar se ponen cómodas y se disponen a disfrutar del espectáculo con sendos cucuruchos de alpiste. )

B.D.: Hani atë - të ngrënë - hani atë (Cómemela-come-cómemela)
        dorezë thike ( hasta la empuñadura )
        hani atë - hani - hani atë (Cómemela-come-cómemela)
        Unë kam qenë vënë vështirë(que se me ha puesto dura)
P.: ( Con visibles problemas respiratorios ) ¡Umf!¡Gronf!¡Unggg!
B.D.: ( Con sincera preocupación )
        Mos u shqetësoni, gradualisht sucks ( No seas ansioso, chupa poco a poco)
        sepse ajo duket se është duke i dhënë një flash të nxehtë (porque parece que te está dando un sofoco )

( El protagonista parece cambiar de actitud pues agarra las nalgas recubiertas de pelusilla rubia de Barba Dorada y empieza a demostrar cierto interés en el ejercicio succionatorio, dejando a las gallinas con el pico abierto. )

Gallina 1 a Gallina 2: Coc-coc-coc-corico ( te lo había asegurado, este es un depravado )

De pronto el suelo del gallinero tiembla, las gallinas huyen en busca de refugio, y Barba Dorada detiene el mete-saca de la boca de su amante para exclamar:)

B.D.:Unë nuk e di nëse unë kam vënë një biçikletë ( no se si es que me has puesto como una moto )
        por unë duket se ndjehen një tërmet damn ( pero me parece sentir un puto terremoto )

La pareja se vuelve hacia la puerta por donde irrumpe como una locomotora con los frenos averiados la gran Helga con los pelos alborotados y la mirada extraviada tal cual si acabase de salir del mismísimo infierno. Al ver la escena que se desarrolla en el interior del gallinero, exclama indignada: )

Helga: Si no quieres que te parta un piño
          Saca ese chisme de la boca de mi niño.
           ¡Por favor, un poco de decencia,
         que está en plena convalecencia!

 Apenas termina de amenazar así la enfermera a Barba Dorada cuando de súbito se abre una trampilla y por una escalera del techo baja la mismísima Casilda con una recortada entre las manos )

Casilda: Estoy muy cabreada
             me habeis jodido la colada
             como no os pegueis el piro
             me voy a liar a tiros.

Un silencio mortal desciende sobre el lugar. Fundido en negro.)

Fin de la escena XXVI




martes, 23 de noviembre de 2010

25

Me resisto, pataleo, chillo, pero Barba Dorada es mucho más fuerte que yo y además en mis condiciones, débil y enclenque tras mi convalecencia, resulto una presa fácil para cualquiera. En cualquier caso esto resulta muy divertido a mi secuestrador porque termina arrastrándome por un tobillo como haría cualquier neandertal con su esposa en la noche de bodas mientras canta con un fuerte vozarrón:
pak ime qan dhe shkelma - por tani Dad do t'i japë atij gjel sheqeri e tij ( Mi chiquitín llora y patalea - pero ahora papá le dará su piruleta )
Rodeamos el edificio y por fin , a través de una puerta de madera, llegamos a un lugar oscuro, con suelo de paja y un fuerte olor a caca de gallina: sin duda, es el gallinero. Mi captor me tira al suelo con un molinete y caigo con un leve crujido de huesos haciendo que un par de cluecas que sin duda estaban aún ajenas a toda la movida que hay fuera huyan despavoridas; luego se queda ahí plantado con las manos en la cintura y una amplia sonrisa, quizás esperando verme suplicar.
Decido complacerle, y suplico.
- Por favor-por favor, no me haga daño. Acabo de salir del hospital y estoy delicado, no tengo el cuerpo para según qué trotes, ¿me entiende?
-  Ju gjithashtu vihet më shumë me brirë, i bukur (tu también me pones muy cachondo, guapetón )  - contesta, y sin duda no ha querido decir "oh, lo siento pero creí entender por tu expresión que deseabas ser sodomizado, ahora mismo lo dejamos", porque se desabrocha los vaqueros y los baja hasta medio muslo dejando al aire una herramienta de espanto-.
Lanzo un débil y ahogado gritito, con el cuerpo confuso e indeciso sin saber si entrar en estado de excitación o desmayarme directamente.
- U-usted no lo entiende, llevo meses sin relaciones sexuales, los estragos que semejante artefacto puede ocasionarme van dejarme el recto con el estatus de zona catastrófica... ¿comprende?... do you speak spanish?...vous parlez français?...
Mmmm, që theks spanjoll më bën kaq shumë, shumë e nxehtë ... ( Mmmm, ese acento de los españoles me pone tan, pero tan caliente... )
Evidentemente no habla ni una cosa ni otra porque me agarra del pantalón del chandal por los tobillos y empieza a tirar de él hacia arriba hasta dejarme en el suelo indignado y con el culo al aire. Después, sin muchos miramientos, se chupa un dedo y empieza a metermelo en el trasero para ir abriendo camino.
Qetë, kek i vockël, unë do të jem shumë i ëmbël, unë do të fillojë messing me majë dhe pastaj nëse ju pëlqen, ju do të shihni se si nëse ju pëlqen, të shkojnë nëpër pjesën tjeteër të shqiptarëve të mi sallam. A jeni dakord? ... Oh, kam harruar se kjo është e parëndësishme, ha-ha-ha.(Tranquilo, pastelito, seré muy dulce: empezaré metiéndote la puntita y luego, si te gusta, que verás como sí te gustará, irá todo el resto de mi salchicha albanesa. ¿Estás de acuerdo?...Oh, olvidaba que eso carece de importancia, ha-ha-ha.)
Estoy tan estupefacto mientras me suelta toda esa jerigonza sin sentido que no puedo decir nada mientras el tío sigue metiendo ese dedazo enorme por ahí atrás y me contempla con una sonrisa resplandeciente y los ojos azules brillantes. Quizás es ese tono azul danubio que me recuerda a él o quizás es que llevo ese diablo en el cuerpo que me hace entrar en materia incluso cuando no parece el momento apropiado para ello, pero estoy empezando a empalmarme como un burro.
- ...oh...ah...está bien si tiene que ser así, por lo menos que sea rápido -termino por jadear con un aire de fingido sufrimiento que no debe convencer a nadie en absoluto-. Sé que tratándose de una casi-violación probablemente esto no procede en absoluto, pero ¿no podríamos contar con algún tipo de lubricante?
Empiezo a pensar que el albano-kosovar entiende más de lo que aparenta porque saca una lengua bastante larga, se pasa varias veces la palma de la mano por ella y a continuación procede a ensalivarse la polla para endosarme lo que creo que va a ser el zurriagazo de mi vida. Luego se tira encima mío haciéndome vaciar el aire de los pulmones con un solo "uff" y me susurra en tono lascivo al oido:
kujdesit, kontrollin, dirizhabël leje shqiptar kërkon të parkut në bankën e të akuzuarve loading ... si ?...¿ kam dëgjuar "qasje të lejuar"? ( atención, control, dirigible albanés solicitando permiso para estacionar en su muelle de carga...¿como?...¿he oido "acceso permitido"? )
Barba Dorada aupa mis tobillos en sus hombros y acto seguido apoya la punta de esa barbaridad en mi  tembloroso y casi virginal esfinter. Después, al grito de "atje shkoj, karamele ( allá voy,caramelito" ) pega un empujón y me endosa aquello creo que hasta la empuñadura.
Cielos.
El universo tal como lo conozco parece escindirse en dos mitades gemelas y el inicio del proceso de fisión parece producirse en el centro de mi culo. El convertirse repentinamente en el núcleo de una nueva concepción cosmológica dicotómica de la realidad no solo es mucho tomate para un hombre solo, además duele de cojones. Chillo cual conejo agarrado por las orejas mientras Barba Dorada alcanza en su bombeo un ritmo acelerado cual si tuviera una cinta reductora de cartucheras enganchada a las caderas.
Tani ajo dhemb, asshole ngushtë, por të përfundojë duke kërkuar për një foto të sallam tim kujtojnë, ju do të shihni ... ooh, atë që një fërkimi të mrekullueshme, unë mendoj se kjo mund edhe të besojmë se është me të vërtetë koha juaj e parë, nuk jam unë një ëndërrimtar i çmendur? ( Ahora duele, culito estrecho, pero terminarás pidiéndome una foto de mi salchicha de recuerdo, ya lo verás...ooh, que maravillosa fricción, creo que hasta podría creerme que de verdad es tu primera vez, ¿no soy un loco soñador? )
¿Todos los albaneses hablarán tanto mientras follan?...
Barba Dorada continúa en esa postura durante un par de minutos, luego cuando percibe que mis grititos de doncella en apuros se han transformado en gemiditos de otra índole, me voltea con soltura colocándome a cuatro patas y anuncia como si yo pudiera entenderle:
Kujdes zonja dhe zotërinj, lidhni rripin e sigurimit, sepse kemi filluar fluturim !...¡ Aaaah, sa më pëlqen jeni duke bërë, karamel, martohet me mua! ( ¡Atención señoras y señores, abróchense los cinturones porque iniciamos el despegue! ¡Aaaah, como me estás haciendo gozar,caramelito, cásate conmigo! )
Ya es un hecho, de esa manera milagrosa en la que solo los culos saben hacerlo, el mío ha asimilado el tremendo artefacto de mi agresor y ahora le ha dado la vuelta a la tortilla, haciéndome disfrutar como una perra. Lo que sucede delante de la casa ( Romerales, Helga, Casilda ) y todo lo que me ronda la cabeza se funde en una marea de oro líquido que inunda mi campo de visión, la pelvis de Barba Dorada alcanza por lo menos una velocidad de  Mach 3 y empiezo a encaramarme a la cresta de un orgasmo descomunal como el que se sube a la cresta de una ola en plena orgía surfera. Siento un hilillo de saliva que se me descuelga del labio inferior de puro placer cuando de pronto una figura se recorta en la puerta del gallinero, y escucho una voz dolorosamente familiar:
- Tú. Y así, como no. Ya veo que has recuperado plenamente todas tus facultades
Mierda, Ojos Azules...

martes, 16 de noviembre de 2010

24

La última vez que estuve allí el cielo era gris pizarra y soplaba un viento aullador que parecía directamente salido de la boca del infierno por lo desolador, no por lo cálido; ahora en cambio el día tiene ese tono de azul que precede a la llegada del verano y el mundo pajaril se desgañita canturreando desde todas partes... Sin embargo, en aquella ocasión la enorme casona de ventanas diminutas se me antojaba el lugar al que ansiaba regresar, un refugio, y hoy en vez de eso me parece un fortín impenetrable detrás de cuyos ojos oscuros me aguardan nada más sentimientos de soledad y tristeza. Un grupo de gallinas que picotean porquerías en el suelo levantan la cabeza como un solo hombre, me observan de medio lado así como miran las gallinas y emprenden una huida a paso ligero, no sé si para ponerse a buen recaudo o para avisar de mi llegada. Antes de que anuncien mi visita con unos coc-coc-coric-cos me planto allí delante y grito:
- ¡ Ee-ooo!...¿Hay alguien ahí?
Mis voces espantan a las aves cantoras y aquello, en absoluto silencio, queda convertido en un poblado fantasma bajo el sol de mediodía.
- ¡Soy yo! -insisto en gritar aunque la forma en que mi voz resuena en ese vacío me da un poco de miedo- ¡He vuelto!
Por fin un pequeño chasquido metálico me hace levantar la mirada, algo se ha movido ahí arriba. Cuando localizo su procedencia veo los dos cañones de una escopeta apuntándome desde una ventana del piso superior.
- ¡Joder, no dispares!...-chillo agachándome y cubriéndome la cabeza-...¿eres tú?...
Tras la escopeta, en la penumbra del interior, se recorta el rostro de Casilda contemplándome con una expresión que no me dice nada bueno. Sopeso la posibilidad de que la mujer haya terminado volviéndose loca por pasar tanto tiempo sola en aquel rincón perdido del mundo con la unica compañia de las habitantes del gallinero, y si estará tan zumbada como para pegarme de verdad un tiro y luego ocultar mi cadaver en algún descampado dejandome como pasto de los bichos campestres. Intento sonreir y hacerla recordar las maneras que se usan en el mundo civilizado.
- Casilda, que alegría verla. Está usted espléndida, en serio. ¿Se ha hecho algo en el pelo?...Porque la encuentro especialmente...
El sonido del arma al amartillarse me da ganas de hacerme pis en los pantalones. Aún así tengo que insistir, porque ella es la única posibilidad, el único eslabón que resta entre Ojos Azules y yo. Me cuesta un esfuerzo mantener operativos mis esfínteres cuando continuo hablando:
-...escuche, Casilda, sé que usted y yo no empezamos en su momento con buen pie y nunca terminamos de arreglar ese desencuentro, pero ahora tengo que pedirle ayuda...
- La respuesta es no. -la oigo ladrar con voz un poco estropajosa- Largo de aquí o te vuelo la cabeza, depravado.
- Casilda por favor. Tengo que encontrarle, he de saber donde se ha ido para hacerle saber que...
- Lo único que voy a hacerle saber es que hubo una complicación en el hospital y te has ido al otro barrio. Si no es eso lo que has venido a pedirme, vete por donde has venido o te juro por mi madre que en paz descanse que...
- ¿Que va a liquidarme aquí como a un perro?...vamos, Casilda, no la creo a usted capaz de algo así.
- Ponme a prueba, cabrón. No va a costarme nada. Cuando vengan los guardias les diré que soy una ancianita que vive sola, que al ver a un desconocido intentando entrar en casa me asusté y actué en defensa propia. Con la banda de albano-kosovares que andan atracando por los pueblos cercanos, seguro que me creen y me dan la absolución, ¿que te apuestas?
Empiezo a sudar tinta china porque de nuevo me pregunto si la situación no desafiará toda lógica y la mujercita se habrá transformado de verdad en una psicópata peligrosa. Aún así, no puedo irme, porque no tengo ningún sitio a donde ir.
- Lo siento, Casilda, pero no voy a moverme. Tengo que encontrar a su jefe y hablar con él. En estos momentos no tengo casa, no tengo trabajo, en realidad no tengo nada que me haga sentir deseos de hacer nada ni marcharme a ningún lado. Lo único que me da una razón de tirar para adelante es verle de nuevo, y este es el único lugar al que puedo acudir para conseguirlo. Así que si desea ayudarme, estupendo, y si no piensa hacerlo pégueme ese tiro y me ayudará también porque si es así tampoco tengo ganas de seguir viviendo.
Me he tirado un farol porque la verdad no estoy seguro de si realmente estoy dispuesto a terminar con mis andanzas allí mismo a manos de Casilda, pero no me queda más opción. De manera que cruzo los brazos como para reafirmarme en mi posición y me quedo allí plantado sin abrir la boca.
El cañón de la escopeta vacila unos instantes, se mantiene durante otro largo minuto y por fin desaparece.
- Jodido testarudo -la oigo gruñir- No voy a condenar mi alma inmortal por cargarme una rata como tú, pero por lo que a mi respecta, puedes pasarte ahí el día entero, no pienso abrir la boca. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer.
Continúo allí un buen rato, el bastante como para que el pajarerío se confie y se arranque de nuevo con los trinos mientras yo medito cual puede ser el siguiente paso en mi improvisado plan de acción, porque no me esperaba esta renuencia de Casilda a darme información. También las gallinas terminan por aburrirse de su escondite y reaparecen para continuar con sus actividades, dándome la sensación de estar empezando a hacerme invisible ...¿es posible que toda esta historia vaya a terminar de esa manera tan estúpida, con el mundo circundante olvidándose de mi?
Un súbito estruendo de motor a mi espalda nos hace dar un salto a todos los componentes de la escena (esto es, las gallinas y yo), nos damos la vuelta con un revuelo de plumas y cocoriocos y descubrimos que irrumpe ante la casa un 4x4 negro que reconozco como el absurdo trasto que Carlitos, mi compañero de ex-trabajo, utilizaba para ir a trabajar y que jamás podía aparcar en ningún sitio. De él se apea él mismo con unos vaqueros Calvin Klein, una camisa demasiado desabrochada de vete a saber quien, el pelo engominado y cara de indignación.
- Eres lo último, en serio. O sea que te dan el alta y te largas sin decirme nada a mi, que te he acompañado en el lecho del dolor. Me parece super-fuerte, en serio.
Por la otra puerta se baja Helga apretando contra su pecho al ancianito como si de su osito de peluche se tratase, con un ligero gesto de disculpa.
- Nos estaba siguiendo, lo siento cariño. Pero como decía mi madre, la ocasión la pintan calva y le pedí que nos llevase. Luego hemos visto el cruce y...
Vuelvo a escuchar el ruidito metálico que ya me es familiar y no me hace falta volverme para saber quien está asomada a la ventana empuñando de nuevo el arma.
- ¡Y ahora trae refuerzos! -grita Casilda desde la ventana como si no cupiera en sí de indignación ante el chocho que se le está organizando delante de su su casa- ¡Ahora va en serio, o se larga todo el mundo o llamo a la Guardia Civil!
Apenas ha terminado de decir esto cuando otro vehículo, un Citroen dos caballos bastante desvencijado, irrumpe en el lugar y no puedo dar crédito a mis ojos cuando veo al volante a Romerales con cara de loco y echando espumarajos por la boca. En cuanto frena pega un golpe en el techo, la capota de lona sale volando hacia atrás y se pone de pie sobre el asiento del conductor empuñando una pistola automática, la que supongo es su arma reglamentaria. Tal como va,sin uniforme, con una camisa a cuadros y unos pantalones de pana, pierde la mayor parte de su autoridad y carisma pero eso no parece afectar al propósito de su mente calenturienta.
- ¡Sodomiiiiiiitas, vais a morir! -grita consiguiendo que todo el mundo quede alucinado-.
- Joder, tengo que tener un tête á tête con el matasanos de psiquiatría -susurra Helga a mi lado- ¿quien dijo que este tío estaba ya totalmente recuperado?
Romerales fija en mi su mirada inyectada en sangre y jadea:
- Por fin te tengo. Ratoncito.
Y en ese momento me digo: "no".
Sencillamente, no voy a permitir que la locura que era mi vida vuelva a ponerse en marcha sin comerlo ni beberlo gracias a aquel pirado. Por lo cual, me planto ante el parachoques del Citroen y digo en tono sereno y firme:
- Largo de aquí. Vuelva al sanatorio del que sin duda se ha fugado y pida una dosis extra de tranquilizantes, porque parece que algo está fallando con su medicación. O agarre su coche y tírese al río, pero desaparezca de mi camino. ¿Lo ha entendido?
Romerales parpadea algo sorprendido por mi tono bravucón, luego lanza una carcajada siniestra y compone un gesto todavía más desquiciado que el anterior. 
. Que estoy mu loco, maricón. -ruge apuntándome a la cabeza con la pistola- Que no tengo nada que perder, te lo advierto.
- Yo tampoco -gruño aunque estoy cagadito de miedo, y puedo añadir entre dos aspiraciones convulsivas-...cabrón...homófobo...
Nos quedamos los dos mirándonos incapaces de creer lo que el otro está haciendo y de pronto, ¡bum!, se oye un estampido y el espejo retrovisor derecho del Citroen vuela en un montón de astillas, haciendo que todos echemos cuerpo a tierra.
- ¡Aquí la única que se lía a tiros soy yo! -escucho gritar a Casilda- ¿Entendido?
Romerales, ni corto ni perezoso, apunta a la ventana y pega otro tiro.
- ¡Hijo puta, casi me da! -se oye maldecir ahora a la anciana pero con la voz más amortiguada como si hubiera retrocedido al interior de la casa- ¡Ahora sí que estoy ENFADADA DE VERDAD!
Helga, Carlos y el viejecito empiezan a reptar como gusanos buscando alejarse de la zona de conflicto, las gallinas se ponen a cubierto y Romerales también se agazapa tras el parabrisas a la espera de un nuevo ataque. Hasta que pasados unos interminables segundos,  en esa ausencia absoluta de ruidos que acostumbra a dejar en los sitios el disparo de armas de fuego, se escucha claramente bufar a Casilda con muy poca prudencia "¿donde coño están los cartuchos?". 
Entonces el tipo salta del coche y con una sonrisa de coyote famélico anuncia con satisfacción:
- Huy-huy, me parece que tengo el control de la situación. ¿Estais preparadas para pasar un rato divertido, monadas?
No podemos contestar, porque un tercer vehículo, una furgoneta herrumbrosa que parece a punto de caerse a cachos aparece de pronto por el camino con un estruendo y se detiene derrapando ante nosotros. De ella se bajan cinco tíos enormes y rubios vestidos con vaqueros desgastados y camisetas sucias que hacen cuchichear a Carlos en un tono que reconozco como lascivo:
- Estamos salvados, el Séptimo de caballería...
Cuando vemos que todos llevan una escopeta recortada, las ganas de tomateo parecen esfumarse como por ensalmo del ambiente. El menos alto (como poco 1'85 ) se acerca, echa un vistazo alrededor y pregunta a sus amigos:
Kush janë ky grup e budallenjve? ( ¿quien es esta banda de panolis? )
Los otros ríen y uno de ellos que quizás roce los dos metros, con una barba dorada de tres días que en otras circunstancias me habría hecho jadear como un chucho, me da un toquecito en la entrepierna con la culata de la escopeta y contesta:
Unë nuk e di, por kjo është shumë e mirë. "Unë mund qij e saj, shefin?( No lo sé, pero este está bastante bueno, ¿puedo follármelo, jefe? )
El más bajito compone un gesto de fastidio, pone los ojos en blanco y contesta:
-Se durimi, gjithmonë duke menduar të njëjtën gjë...Mirë, ju mund ta marrë atë në shtëpi në hu, por nxitim.Ne kemi ardhur për të vjedhur, nuk lustrim saber. ( Que paciencia, siempre pensando en lo mismo. Está bien, puedes llevártelo al gallinero pero date prisa. Hemos venido a robar, no a sacarle brillo al sable.)
"¿Vamos a morir todos?" le susurra el viejecito a Helga, la cual le introduce la nariz en el canalillo de sus enormes pechos y resopla:
- No permitiré que le ocurra nada, no se preocupe. Yo le he secuestrado, ahora usted es responsabilidad mía y la gran Helga nunca deja sus asuntos a medias.
El grandote mal afeitado me agarra de un brazo, sonríe un poco maquiavélicamente y dice con aire jocoso:
Ejani këtu, karamele, unë jam duke shkuar për të mësuar se çfarë është e mirë. ( Ven p'acá, bombón, que te voy a enseñar lo que es bueno )
Yo chillo cual urraca atrapada en lazo y Romerales enarbola su automática gritando "¡el marica es mío!" lo cual detiene un momento al macizo. Se vuelve al más bajo que parece ser el que manda, este hace un movimiento de cabeza hacia el agente de la Benemérita y  todas las escopetas de los tipos rubios le apuntan de repente. Esto basta para que Romerales pierda de momento el deseo de reclamarme como víctima de su propiedad.enseña los dientes en lo que pretende ser una sonrisa y levanta las manos diciendo:
- Quiero decir, es mío pero se lo presto encantado -añade levantando las manos en son de paz-. Pero dele duro, que es lo que le gusta, ¿vale?
Entonces el mal afeitado vuelve a tirar de mi arrastrándome a la casa con Dios-sabe-qué oscuras intenciones y me pregunto si esta vez, de verdad, mis desventuras van a terminarse de la peor manera posible...

viernes, 5 de noviembre de 2010

23



La salida del hospital es como la de una star de Hollywood intentando pasar desapercibida ante la prensa con los guardaespaldas alrededor:  yo en el papel de star ( starlette ) con gafas de sol, gorra de visera y un chandal negro baratillo que Helga me consiguió por dos perras en una tienda de la Cadena Q y con el que doy la sensación de estar a punto de meterme a la cama o recien levantado de la misma, como es el caso. De guardaespaldas, la gran Helga con otro chandal pero en tono rosa chicle y unas gafas con los cristales en forma de corazón directamente sacadas del cajón de complementos de una Barbie de dimensiones apocalípticas. Junto a ella me siento como uno de esos pequeños peces piloto que nadan junto al lomo de un enorme tiburón blanco: inadvertido y a la vez seguro. Me pregunto qué será de mi cuando ella me deje definitivamente a mi suerte y tenga que bandeármelas solo por el mundo.
Ahí fuera el día es templado y soleado, y los árboles están llenos de yemas verdes. Helga me ve mirar las ramas con cara de bobo y suspira audiblemente, quizás no muy convencida de que esté yo preparado para salir ahí fuera a enfrentarme con la vida.
- Ese es mi coche, pollito. Eche la bolsa al maletero y ponga el culo en el asiento del copiloto.
Me quedo estupefacto al ver un minúsculo seiscientos de color manzana al que calculo como mínimo cuarenta años de antigüedad. Cuarenta años llevando a Helga de un sitio a otro se me antoja el padecimiento de uno de los siete círculos del infierno, pero como no estoy seguro de que mi protectora valore positivamente alguna observación sobre la relación aterradora que se mantienen ahí entre espacio del habitáculo y volumen del conductor, obedezco sin decir esta boca es mía y me aprieto contra la puerta de salida cuando ella comienza a introducir su gran humanidad en el vehículo. Al terminar, un poco sudorosa, me dirige una mirada aterradora y gruñe:
- Bien. Usted dirá. Espero que no sea demasiado lejos, esto se calienta que da gusto.
- Yo le voy diciendo -contesto intentando sonreir- No le pise demasiado y conduzca con precaución, no quiero desgraciarme otra vez en mi día de estreno.
Helga pone los ojos en blanco en plan eso-no-hace-falta-ni-decirlo y nos ponemos en marcha...

...treinta minutos después nos encontramos en una carretera secundaria rodeados nada más de prados verdes y pájaros risueños, con el seiscientos echando humo y Helga dando patadas al pobre trasto mientras masculla maldiciones poco propias de una señora.
- Lo siento -murmuro tragando saliva-...es culpa mía, ¿verdad?
- Deje de decir que lo siente, cariño, o le ataré una cuerda al pescuezo y volveremos a la ciudad con usted tirando del coche, ¿entendido? ¿capisci?
- Capito.
Helga se cruza de brazos y queda mirando el coche como si este fuese a darle una explicación del porqué de las cosas. Como suele ocurrir en el campo, solo se oye por ahí a unos cuantos pájaros de cachondeo y la brisa ligera haciendo ondular la hierba.
Cuando el sol está empezando ya a hacerme sudar debajo de la visera, pregunto bajito:
- Y, ¿qué hacemos?
- Yo le he traído hasta aquí, cariño, y no me gusta dejar las cosas a medias. Encontraremos una forma de salir de este atolladero, ya lo verá...-parece seguir pensando mientras se seca la película de gotitas de sudor que se le forma en el poblado labio superior, de pronto dilata las pupilas y grita- ¡Cielos, un lugareño!
Me vuelvo a mirar y veo que en efecto, por la polvorienta carretera se acerca un paisano montado en bicicleta.
- ¡EH! ¡ESTAMOS AQUÍ! -grita la gran Helga tal cual si estuviésemos en una isla en medio del Pacífico y una avioneta nos estuviese sobrevolando- ¡EE-OOO!
El lugareño, sin duda conmocionado ante la vista de mi protectora dando saltos en medio de la calzada como un enorme globo aerostático de color rosa practicando un aterrizaje forzoso, se detiene, vacila un momento y por fin pega media vuelta y emprende la huida.
- ¡Pero si será...!-barbota Helga roja de ira. Me dedica una momentánea mirada maternal y susurra- Usted no se mueva de aquí, ¿de acuerdo? Enseguida vuelvo.
Luego emprende una carrera aterradora por lo que supone ver un organismo de semejantes dimensiones al galope, nadie diría que ella fuera a poder poner en marcha su generosa masa corporal pero, sorpresa, en unos segundos alcanza velocidad de crucero y desaparece tras una pequeña loma tras el ciclista.
Unos segundos interminables de trinos pajariles y mucho silencio.
"¡Aaaah!", oigo gritar por fin a lo lejos.
Otros cuantos segundos después aparece la gran Helga arrastrando con una mano la bicicleta y con la otra al lugareño, un hombrecillo sin duda jubilado hace mucho tiempo que chilla como un ratón repitiendo todo el rato "¡no me haga daño, no me haga daño!". 
- Escuche -le dice con voz dulce Helga pero agarrándole con una de sus manazas por la garganta-, nadie va a hacerle daño. Nos hemos quedado tirados y necesitamos ayuda., ¿no lo ve? ¿O es usted de esos que ven a alguien en apuros y miran para otro lado?
- ¡Nooo, nooo!
- Estupendo. Me llamo Helga y soy enfermera, no se alarme, está usted en buenas manos. ¿Hay algún pueblo cerca de aquí? Seguro que sí. Con este trasto no creo que haya venido de muy lejos, ¿verdad?
- ¡Siii, siii!
- Bien, pues vamos a organizarnos. Alguien debe quedarse con mi coche mientras buscamos la ayuda -dice Helga como para sí misma-...yo no puedo montar en esa bicicleta, pero si dejo que el viejito se largue es muy probable que no vuelva...que tal, pollito, ¿se ve en condiciones de pedalear un rato hasta encontrar el pueblo que dice este tipo?
- Supongo que sí -respondo encogiéndome de hombros. Luego señalo al hombre y añado- Pero suéltele el cuello, mujer, que se está poniendo morado y no podrá darnos indicaciones.
Helga se mira la mano como si no recordara lo que sujeta allí, compone un gesto de sorpresa y deja caer al señor al suelo cacareando unas disculpas que suenan casi sinceras. Helga, sin duda, no es consciente de sus propia fuerzas.
Cuando el abuelito recupera el aliento, consigue explicar que el pueblo está a unos veinte minutos de pedaleo suave, y que además cuentan con un taller mecánico y una grúa para auxiliarnos, de manera que obedecemos todos a Helga ( ¡como no hacerlo! ): el buen señor queda sentado a la sombra del seiscientos y yo me pongo en marcha no sin que mi enfermera particular me señale con su dedo índice advirtiéndome:
- Nada de correr. No tenemos prisa, ¿de acuerdo? Yo ya que estoy voy a tomarle la tensión a este señor, que me parece está un poco sofocado. ¿Le parece bien, caballero?
El caballero me mira con ojos lastimeros como si Helga hubiese anunciado que iba a trincharlo como a un cerdo asado, yo intento sonreirle tranquilizadoramente para hacerle ver que no va a sucederle nada y me arranco a pedalear en la dirección indicada...
...por un momento en ese mundo azul arriba y verde abajo con el calor del sol sobre mi espalda alcanzo un instante de paz perfecta, todo lo que me preocupa, pasado y futuro, desaparecen y solo quedo yo recorriendo ese camino como si fuese el último hombre sobre la faz de una tierra hermosa y perfecta.
De pronto llego a un desvío que reconozco: el que lleva a planeta-gallinero, el lugar donde habita o habitaba Ojos Azules...
Con el corazón repentinamente acelerado, olvido a Helga, al viejecito y al seiscientos, y me lanzo por ese camino tan familiar de vuelta a lo que en un momento estuvo tan cerca de ser mi hogar...


miércoles, 3 de noviembre de 2010

22

Por fin hoy salgo del hospital.
No soy ni mucho menos él mismo que entró: en el aspecto físico para empezar arrastro una ligera cojera que  me durará si no toda la vida al menos una larga temporada y como recuerdo alternativo, me queda una interesante cicatriz blanca desde el rabillo del ojo derecho hasta la base de la mandíbula de ese mismo lado que recorro sin descanso con la yema de los dedos cuando no estoy pensando en nada. 
Bueno, y también cuando pienso demasiado.
No voy a decir que he llevado todo este tiempo de maravilla para hacerme el machito, porque la realidad es que ha sido una pesadilla, tanto en el tema clínico como en el tema personal. En el primero, he soportado una larga rehabilitación en manos de, como no, la gran Helga, que no solo fue mi enfermera de día sino que además vigilaba que durante mis horas de gimnasia no me saltase ni un solo ejercicio y sudase tinta china antes de volver a mi habitación.
"Quiero ver esos calzoncillos empapados, muchachote" era su lema cada mañana cuando me llevaba a la sala de torturas. Helga es grande y fuerte, en sus manos me he sentido un ratoncillo gimoteante entre las zarpas de un gato maligno porque ha procurado no dejarse ablandar por mis súplicas y ha forzado mi maquinaria personal hasta un punto en el que me ha sido difícil no creer que no siente un placer casi sexual con la tortura de personas indefensas. Así se lo he hecho saber cuando cada mañana le he gritado "¡eso duele, jodida zorra!¿te estás poniendo cachonda con esto?" y cada vez ella ha sonreído con la placidez de un enorme búfalo rumiando en la sabana africana, contestando: "¿cachonda con estas minucias? ¡ha-ha-ha, necesito mucho más que esto para ponerme caliente, cariño!" o ingeniosidades parecidas, pero dedicándose después a mi padecimiento con una saña y un ahínco que contradecían sus palabras...
...después, cuando Helga me dejaba en mi camita cambiado, aseado y jodido, comenzaba mi propia auto-laceración, con mi cabeza volviendo una y otra vez a las semanas extrañas antes del accidente, al área y a Ojos Azules apareciendo ante mi aquella noche primera con una sonrisa vacilante, colocando un punto de inflexión en mi vida a partir del cual nada, ni siquiera yo, volvió a ser lo mismo.
Sus manos enlazándose a mi espalda y aquella manera en que sus dedos jugaban con mi pelo.
Demasiado poco para ser tan importante, demasiado poco para causar tanto dolor.
Por supuesto en cuanto pude le hice saber a Carlos lo que pensaba de su "afortunada" intervención en mi relación con Ojos Azules y ni aún así pude librarme de él: reaccionó con visible indignación en principio, después estuvo una semana sin aparecer por el hospital sintiendo al parecer que yo le había herido en algo ("mordiendo la mano que te da de comer, muy bonito" dijo  antes de despedirse ) y por fin volvió argumentando que aunque a mi me costase verlo, él era mucho mejor persona que "ese estirado" y no iba a dejarme en la estacada cuando más falta me hacía, que el tiempo pondría todo en su lugar y más adelante yo vería lo buena persona que él era y le pediría perdón y él ,como el bello ser humano que es, me abriría sus brazos sin rencor y me diría que todo estaba olvidado.
"Y me dejarás que te la chupe", completé yo con una risa sarcástica. 
"También, también si es eso lo que quieres" rió, demostrando que su visión del mundo, la realidad y las cosas dista mucho de la que tienen el resto de los mortales.
Así hoy, el día en que oficialmente me dan el alta, he pedido a la gran Helga que haga una pantomima por mi y engañemos a Carlos de manera que pueda yo abandonar el hospital sin que él se entere.
- ¿Y está seguro que eso está bien hecho?-ha gruñido Helga haciendo vibrar las cerdas de su bigote- No es que a mi me caiga muy bien ese tipo,pero a fin de cuentas es el único que se ha asomado por aquí durante todo este tiempo. ¿A donde va a ir, cariño?
En realidad tengo muy claro donde quiero ir. Durante estos meses, con la ayuda de Carlos, debo reconocerlo, he re-vendido mi piso y la furgo, he liquidado mi hipoteca y no me queda nada: una libreta de ahorros con un poco de dinero, una maleta con mis efectos personales y media docena de cajas en el trastero  también de Carlos llenas de cosas que no necesito para nada. Así que me encuentro en una situación extraña sin ningún tipo de compromiso en la cual no hay nada que me condicione a seguir una u otra dirección, puedo decidir libremente a donde quiero encaminar mis pasos. Y sí, de hecho lo tengo decidido, he tenido cientos de horas muertas en soledad para pensarlo a conciencia pero para eso también me hará falta la colaboración de Helga,sobre todo porque me será imposible conducir durante una temporada. A pesar de ello, no puedo esperar, me urge lo que quiero hacer porque después de tanto tiempo perdido siento justo eso, que no puedo perder más tiempo.
- No lo tengo demasiado decidido. Ante todo he de hacer una visita urgente según ponga el pie en la calle, después decidiré cual será el siguiente paso. Pero para eso necesito ayuda...
El plan, evidentemente, es ir al pueblo donde Ojos Azules vivía, comprobar si es cierto que se ha largado y si es así, intentar encontrar alguna pista de su paradero. No es que albergue la menor duda de que cuando me dijo que se marchaba terminó marchándose de verdad, es tan solo una forma de aniquilar la única minúscula y diminuta esperanza a la que me aferro, esa según la cual él solo me dijo eso para que me apartase de su camino, y en realidad ha acudido a visitarme por las noches mientras yo dormía, ha hecho un seguimiento de mi convalecencia y está esperando que al salir yo vuelva de cabeza a sus brazos. Y, aunque tanto Helga como Carlos me han asegurado que no ha ido nadie al hospital a excepción de algún compañero de trabajo y gente del banco siempre cargados con malas noticias, esa esperanza se las ha apañado para sobrevivir, se ha hecho fuerte en un rincón cerca del corazón y muy lejos de la cabeza, y de lo que ocurra hoy dependerá que se mantenga viva o que reciba el golpe de gracia definitivo. Así que sonrío a Helga con esa cara de buen chico que sé que la conmueve un poco y termina por resoplar:
- Está bien, cariño, pero que conste que después habrá terminado nuestra relación enfermera-paciente, ¿queda claro? No sé porqué me he involucrado tanto con usted, pollito, quizás es esa cara de muchacho desvalido que no tiene a nadie y esa cabezonería de golfillo de colegio...
Yo, a mi pesar, también me he involucrado con Helga de la forma en que uno lo hace cuando el número de seres humanos con los que contacta es inferior al de los dedos de una mano, y en parte me asusta pensar qué será de mi en el momento en que deje de tener su enorme sombra reconfortante sobre mi cabeza. 
- Solo tendrá que acercarme en coche a un pueblo cercano, he de buscar si todavía allí sigue estando alguien y si queda alguna manera de encontrarlo. Luego quedará libre de sus compromisos conmigo, ¿de acuerdo?
Helga emite un gran suspiro y me dice bajito:
- Era él, ¿verdad? Aquel muchacho de los ojos azules que solo vino una noche. Que dolor en su mirada, cariño, me partía el corazón...
Bruscamente me han asaltado las lágrimas y he tenido que pasar un buen rato con el rostro hundido en el descomunal busto de Helga mientras ella me ha palmeado con fuerza el lomo, sin decir nada.