viernes, 27 de agosto de 2010

13

No paro de preguntarme como a alguien como yo le puede haber sucedido algo así, mientras la mañana, el mediodía y parte de la tarde se deslizan entre románticos polvos casi conyugales y ese no saber que hacer con las mariposas que me vuelan en el estómago cuando él sonríe así, mirando a ningún sitio, o me habla en voz baja a mi lado, apoyado sobre los codos y contemplándose la punta de los dedos, o los ratos que se duerme a mi lado y veo temblar sus párpados por el movimiento de los ojos ahí debajo, contemplando sueños imposibles.

No, no ceso de preguntarme que me ha sucedido y sin embargo me siento demasiado bien como para hacer o decir nada que rompa el encanto de él y yo en esa enorme estancia llena de trastos y cuadros a medio pintar, viendo pasar el día. De hecho es él quien en un momento dado ( “quizás es la hora ya de la merienda”, me digo relamiéndome al verle con el gesto en el rostro de quien se ha acordado de repente de algo importante ) se incorpora y dice:

- …eh…no creas que te estoy echando ni muchísimo menos pero ¿no tenías que ir hoy a ningún sitio?

- Defíneme “sitio” –respondo juguetón pero preocupado por la pregunta-.

- No sé…Un trabajo. Quizás hay una familia preocupada por ti en alguna parte, una madre, un pariente…¿una esposa?...-le doy un amistoso puñetazo en las costillas para demostrarle que está diciendo tonterías, pero continúa-…o un amigo nada más. ¿No te estará echando nadie de menos?

Me doy cuenta de dos cosas importantes: en primer lugar, que todo ese tiempo, desde que puse el pie en la casa, no he hecho gran cosa aparte de escuchar todo lo que él tenía que decirme, asintiendo cuando era oportuno y riendo si era necesario, pero sin haber dicho nada que pueda orientarle a él con respecto a la pregunta que me está haciendo. En realidad, no sé si he articulado algo más que amistosos gruñidos y carcajadas silenciosas, solo eso…

La segunda es que conozco la respuesta a la pregunta y no me agrada demasiado: nadie va a echarme de menos, al menos de forma inmediata y menos aún ahora que me han despedido del trabajo. Mi madre no vive en la ciudad, ni tampoco ningún familiar cercano; amigos no tengo, solo una serie de gente con la que follo de vez en cuando y que supongo pueden pasar perfectamente un mes o dos sin verme y sin echarme en falta…caray, ni siquiera sé si llegaría a echarme en falta o me olvidarían del mismo modo en que a mi me costaría hacer una lista de todos ellos… No, la verdad es que nadie va a echarme de menos en ningún sitio, y si Ojos Azules de pronto se revela un psicopata asesino, abusa salvajemente de mi, me descuartiza y echa mis restos a las gallinas, podrían transcurrir dos o tres meses sin que nadie se preguntase donde estaba yo. Al menos, mientras quedase dinero en mi cuenta donde seguir cargando los recibos de las diferentes facturas cuyos beneficiarios sí me añorarían si se quedasen de pronto sin cobrar.

Este pensamiento y la calidad un poco triste de la luz de la tarde están a punto de hacerme llorar. Jamás me ha importado esta realidad, es más, lo consideraba como una virtud y una ventaja de este modo de vida mío en el que la total independencia de mis semejantes era como una bandera de mi libertad. Ahora sin embargo quisiera poder hablarle a Ojos Azules de toda la gente que iba a echarme de menos si tardaba en volver, para demostrarle que soy un ser querido, con personas que le aman como buena parte de la humanidad circundante…pero no puedo decírselo, solo consigo tragarme esas estúpidas lágrimas que a poco consiguen ahogarme al hacerse una bola en mi garganta, y logro recuperar mi máxima de “la mejor defensa, un buen ataque”, respondiendo:

- Por lo que veo, más o menos los mismos que te echarán de menos a ti si de pronto te rapto y te llevo conmigo a… bueno, a donde se me ocurra.

Esto le hace sonreír y las mariposas estomacales inician su revoloteo una vez más.

- ¿ Un secuestro para llevarme a donde se te ocurra?...Parece una buena idea, venga, estoy dispuesto…-dice con gesto de ensoñación como si de verdad le pareciese un buen plan, luego es él quien me da un suave golpe en el hombro antes de continuar-…no creas que quiero que te vayas a ningún sitio, pero no sé, se me ha ocurrido de pronto que quizás necesitas que te lleve a la ciudad a lo que sea, o simplemente de vuelta al área a por tu furgoneta, porque la tengas a mano por si tienes que ir a cualquier parte. ¿qué me dices?

Me lleva un buen rato pensar cuales son mis planes para un futuro inmediato, en gran medida porque desde el día anterior estoy dejándome sorprender por el curso de los acontecimientos, en eso había quedado yo conmigo mismo la noche anterior en casa del Pollero, ¿no?. Al fin me vuelvo hacia él, que sigue sonriendo aunque ahora con una ligera sombra de preocupación en los ojos, y le contesto:

- Pues la verdad no me esperan en ninguna parte, no tengo trabajo al que acudir ni ningún tipo de familia en la ciudad que pudieran preocuparse por mi. Has dado conmigo en un momento un poco peculiar, porque si hubiese ocurrido una semana antes, esto no habría pasado de un polvo rápido en la parte de atrás de mi furgoneta, después tendría que haber salido zumbando de vuelta al trabajo o qué se yo…No te equivoques tu tampoco, todo esto –y hago un gesto envolvente hacia la habitación que nos rodea- me parece genial, ¿eh?...Pero sí, las circunstancias son especiales, por eso…por eso no tengo prisa, por decirlo de algún modo..

Parece un poco decepcionado, quizás pensando que tal como yo acababa de decir, si las circunstancias hubieran sido distintas, el habría pasado por mi vida como un anónimo más, sin pena ni gloria. Hasta yo me pregunto cuanto de verdad hay en mi explicación, si hace una semana conocer a Ojos Azules hubiera supuesto lo mismo que supone ahora. Pero el dolor que me produce la posibilidad de su decepción supera cualquier afán especulativo y tengo que decir:

- …no pensemos en lo que pudiera haber sido, ha ocurrido así, es estupendo, y no hay más vueltas que darle. Y aunque no me espera nadie, igual es buena idea acercarme al área y recuperar la furgoneta, aunque no sea más que para poder salir huyendo si la cosa se pone chunga, jaja.

Su puñetazo tiene mucho menos de amistoso ahora, se pone en pie y me tira el pantalón medio en serio medio en broma, ordenando:

- Entonces en pie. Venga, antes de que anochezca.

¡Que anochezca!...parece mentira pero es así, casi se han completado veinticuatro horas desde que me encontré con Ojos Azules en el área, y de nuevo el cielo tiene ese color de la tarde a punto de acabarse, solo que hay muchas más nubes que el día anterior, ha desaparecido ese espejismo de primavera ficticia que acabamos de vivir y da la sensación de que estamos justo en el momento en que estamos, esto es, metidos de cabeza en el corazón del otoño. Por culpa de esto la noche parece que se precipita, y cuando volvemos al área no ha oscurecido del todo pero la luz ya ha retrocedido sensiblemente en beneficio de las sombras.

Ojos Azules no ha abierto el pico en todo el breve trayecto, y ahora bajo aquel crepúsculo su mirada es del color violeta que tiene el mar en algunos lugares limpios y profundos. Cuando la vuelve hacia mi no parece en absoluto satisfecho, sospecho que teme un poco que yo, al tener la posibilidad de levantar el vuelo y escapar, no vaya a dejarla pasar de largo. Sin más ni más me doy cuenta de que ni siquiera sé como se llama, y eso me produce un arrebato de risa histérica que aunque se traduce tan solo en un contenido burbuje, le hace enarcar las cejas.

- No pasa nada –le tranquilizo reprimiéndome a duras penas- ¿Qué te parece si cojo la furgo y luego te sigo de vuelta a tu casa? Hoy podemos dar el día por perdido, mañana al levantarnos ya decidiré que es lo siguiente que tengo que hacer.

Asiente con solo una sombra de su sonrisa en la cara, y me bajo de un salto del coche temiéndome que esta conducta un tanto jilipollas que me traigo termine por traerme algún problema. Estoy a una docena de pasos de la furgo, justo tras ella hay un vetusto coche negro que me suena de algo, más allá en el otro extremo distingo los contornos de otro par de vehículos, los dos sin ocupante, que probablemente se estén dando una fiesta tras los árboles cercanos. Casi corro para llegar rápido, montar y volver a toda velocidad a la casa-gallinero de Ojos Azules, pero tal como mi sexto sentido me avisó, algo sucede, una puerta del vehículo negro se abre delante de mis narices y baja un tipo al que conozco como el Cura a quien me he follado media docena de veces entre los arbustos de los contornos. Lo del Cura es porque me ha jurado que es párroco de una iglesia cercana, y aunque ni me ha llevado nunca allí ni le he visto la sotana, el asunto me pone bastante cachondo, lo bastante para cepillármelo a pesar de no ser él gran cosa en si mismo, tan pequeño y esmirriado. Además del morbo del uniforme que le imagino sin verlo, el tío posee un manejo sobre los músculos de su esfínter que ríete tu de las tailandesas que disparan pelotas de pingpong con el coño, pura ciencia-ficción si uno no mete la polla ahí dentro para saber lo que se siente.

…el cabrito sabe de mi debilidad por su trasero porque sonríe con el aire del que tiene la partida ganada y dice:

- He visto tu furgoneta y me supuse que no andarías muy lejos –mira por encima de mi hombro la silueta de Ojos Azules en el interior del Ibiza y pregunta a continuación- ¿tienes un rato o ya vienes relajado?

He aquí la prueba de fuego: normalmente el culito del Cura es algo a lo que nunca renuncio cuando se me pone a tiro, y mi entrepierna, ajena a los devaneos románticos de mi cerebro, pega un respingo recordando salvajes polvos pasados, lista para la acción.

- Puesss la verdad es que…-cierro los ojos para coger fuerza antes de seguir-…no puedo, tengo…se trata de un asunto familiar grave, y he de marcharme corriendo.

El Cura no dice nada, no sé si porque le suena el asunto a bola ( soy fatal mintiendo en situaciones desesperadas ) o porque no le gusta que le despidan con cajas destempladas; vuelve a meterse en su coche y arranca despacio hasta situarse junto a los otros dos vehículos del otro lado, buscando quizás apuntarse para un trío. Yo me coloco tras el volante de la furgo con el corazón desbocado en el pecho como si hubiese hecho algún esfuerzo desmedido, luego arranco también y me voy detrás de Ojos Azules, deshaciendo el camino a su casa.

A casa

Definitivamente, soplan vientos de cambio.

8 comentarios:

  1. Que triste que a nadie le importe si desapareces... tan solo se den cuenta por las facturas que dejes de pagar.
    La independencia es buena, pero tiene un alto precio.
    Me gusta, ¿cómo se llamara Ojos Azules?

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  2. Yo again, me he leído los 13 capítulos de un tirón. Siempre llega ese alguien diferente a cambiarnos la vida; y ya era hora, muchas "noches salvajes" para nuestro protagonista, salvajes y vacías. Hasta que llego "él", y lo puso todo revuelto, como "una fuerza de la naturaleza".
    Estupenda mi amigo.
    Un beso.

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  3. Mi Rosa, el saber nuevamente de ti supera con creces cualquier palabra que me puedas decir acerca de mis desvaríos. Tenemos una converación pendiente...
    Un beso bien gordo, amiga mía.

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  4. Me lo leí este mediodía pero no te dejé comentario... porque quería decir algo más sesudo que una simple lista de elogios. Acabo de volver a leerlo y es que no me sale otra cosa. Bueno bueno buenísimo hasta decir "basta", yo solo le rezo a Kubrick para que no se te vaya a ocurrir dejar de escribirlo por pereza o falta de tiempo o lo que sea, que ya tenemos un precedente, grrrr.

    Por mi parte, apuesta a que voy a hacer todo lo posible para que no lo dejes. Los fans somos así, ya sabes.

    Un besote.

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  5. Theodore: me encanta tener fans, aunque solo sea uno, jaja. Muchas gracias por tu interés, es increíble porque con el cotarro que tienes tu para atender, ¿de donde sacas el tiempo?...
    Cuidate mucho.

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  6. Ya. Me alegra que Theo se haya convertido en tu fan y que haya hablado maravillas de este espacio.
    Le dije en su blog, en la entrada dedicada a este relato, que me fio tanto de su criterio que iba a reservar el tiempo adecuado para leer con calma tu Área.
    Ese momento ha sido ahora, ya se me ha pasado la hora de comer y no he podido parar desde la entrega 1 a la última, sólo he ido a por un refresco, reprimiendo las ganas de una copa (la buena literatura merece ser disfrutada con una buena copa entre las manos, manías personales).

    Pero dejo las ramas, bajo para decirte que estoy maravillado. Me asombra la sencillez del texto y lo diáfano que es, la voz rotunda en primera persona narrando, con lo difícil que es narrar en primera persona y que el personaje no quede a medias. El tono del relato es muy bueno y además he tenido la suerte de llegar en un pico de la historia, ya han pasado muchas cosas y ahora hay que ver que es lo que va a suceder.

    Me quedo esperando la próxima entrega, te doy la enhorabuena y aquí tienes un seguro lector para el futuro.

    Un abrazo.

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  7. En mi próximo rato de calma pienso leer Amor, Amor, Amor (veremos si esta vez soy capaz de resistirme al gin tonic).

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  8. Argax: jajaja, es cierto que en ocasiones parece que determinadas lecturas apetece tomarlas con una copichuela, jaja, me he visto ahí un punto de coincidencia muy importante contigo. Yo encantado de que hayas dedicado algo de tu tiempo personal a mis palabras, siempre insisto en lo del tiempo porque me parece que todo el mundo anda escaso de él y encuentro un privilegio que alguien acceda a compartir el suyo conmigo y mis asuntos.
    De manera que muy agradecido por tu visita, otro abrazo para ti.

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