Aprovechando un instante en que Manolo va al servicio durante mi tercer whisky, me acerco a Carlos, tiro de su corbata hasta dejar su nariz a un centímetro de la mía y siseo:
- ¿Se puede saber de donde has sacado a este ejemplar? No puedo creer que te lo estés follando voluntariamente con cierta frecuencia, a no ser que tenga secuestrada a tu madre y te esté amenazando con cortarle una oreja y enviártela por correo si no haces lo que él te pida.
- En realidad es él quien me hace a mi -responde Carlos en voz baja-Menuda polla tiene el tío, veo las estrellas....
Después, al ver que yo me quedo esperando una explicación, se sacude mi mano de su corbata y continúa:
- Vale...no tiene a mi madre secuestrada, pero sabe cosas...estuve haciendo unos chanchullos para blanquear las cuentas a un tío del hospital donde Manolo trabaja, un tío al que sí me follaba gustosamente, y no sé como llegó este otro a enterarse del asunto, el caso es que...
-...el caso es que te tiene pillado por los huevos, te ha pedido que te traigas de vez en cuando a un amiguito para pasarlo mejor y tu, que me aprecias, has pensado en mi. Joder, Carlos...Este tío no a a darme el papel si no se me pasa por la piedra, ¿verdad?
Carlos menea la cabeza apesadumbrado como si sintiese realmente el haberme metido en aquel follón y aventura:
- Vamos, también voy a estar yo. Como se suele decir, en peores plazas habrás toreado.
Con disimulo, aprovechando que la clientela del local ha aumentado y el espacio disponible es menor, me apoya el paquete contra la cadera y lo deja ahí hasta que termino por sentir el calor de su entrepierna. Muy a mi pesar, siento un hormigueo en el bajo vientre que me hace apretar un poco más contra el bulto que siento crecer ahí dentro, a la vez que mis palpitaciones se aceleran.
-...sabes que llevo tiempo pidiéndote una cita -dice en voz baja inclinándose sobre mi y poniendo una mano sobre mi hombro. Al hablar siento sus labios rozar mi oreja, y una ligera fragancia masculina que emana de la piel de su cuello-. Verás como podemos relegar a Manolo a un segundo plano.
Trago saliva antes de responder en un susurro acelerado:
- Y porqué no nos largamos ahora a toda hostia antes de que vuelva del servicio y evitamos el problema de aguantar al Manolo mientras nos lo montamos.
- Porque si no mañana ingresamos los dos en la lista del paro. Venga, si quedamos a gusto siempre podemos repetir otra vez los dos solitos, vamos a bandearnos al Manolo como buenamente podamos entre los dos, ¿eh?
A estas alturas él tiene la polla ya tan dura como yo y no puedo componer pensamientos coherentes, solo me encojo de hombros y le dedico una exagerada mueca de espanto que solo él puede ver cuando el tal Manolo vuelve y me da una palmada en el culo.
- Venga, deja de darle al frasco o no vas a estar operativo, guapo. ¿Nos vamos ya?...
...el apartamento de Carlos está desafortunadamente cerca, tengo el estómago revuelto en parte por el whisky y en parte por los nervios. Me siento como la primera vez que fui por la noche al Parque Lineal a buscar sexo con un extraño, la misma mezcla de pánico a lo desconocido y a la vez deseo turbulento. En aquella ocasión el primero que surgió de la nada y me arrastró a la penumbra también era un tipo muy poco atractivo, no tanto como Manolo pero desde luego sin el menor parecido a lo que yo esperaba encontrarme allí. Entonces pensé que no podría hacerlo, que no iba a empalmarme y que aquel tipo que olía ligeramente a alcohol y a sudor iba a decirme que a qué cojones había ido yo allí si no respondía como era debido. Pero no fue así, cuando me bajé los pantalones y cerré los ojos, no solo me empalmé como un burro, sino que además el individuo aquel me hizo una de las mejores mamadas de mi vida. ¿Como no volver después de aquello?...
Ahora solo era cuestión de saber si con la ayuda de Carlos iba a poder relajarme para que ocurriera lo mismo, o si iba a vaciar el contenido de mi estómago sobre los zapatos en ese preciso momento.
En el ascensor Manolo no se anda por las ramas, se aprieta contra mi y me agarra la polla por encima del pantalón. En su aliento flota el aroma de algo indefinible que me hace volver la cabeza a un lado, entonces Carlos me sujeta la barbilla y mete su lengua en mi boca llenándola de un regusto fresco y mentolado, pura gloria después de lo anterior. Gracias a eso el milagro tiene lugar, se me pone dura y Manolo rie bajito pensando que sus magreos están teniendo el efecto deseado. En realidad es el beso de Carlos y verle manosearse el miembro por encima del pantalon lo que consiguen que entre en materia.
"Venga, no va a ser tan dificil, campeón", me digo cuando el ascensor se detiene y los dos me sueltan de momento para ponernos en movimiento. "Céntrate en el idiota de Carlitos, y verás como antes de que te des cuenta estás de vuelta a casa con el justificante en el bolsillo."
El apartamento de Carlos consiste exclusivamente en un salón que alberga a un lado la cocina en plan barra americana, un baño y un dormitorio. La decoración es tan minimalista que me pregunto si de verdad vive allí o si es un piso que ha alquilado para la ocasión. Por la enorme ventana se ven las siluetas oscuras de los edificios en la noche entre las luces parpadeantes de la ciudad. Carlos llega hasta ahí para correr las cortinas diciendo:
- En la nevera creo que quedan cervezas, si es que os apetece tomar algo...
Manolo no da pie a muchos circunloquios, ya tiene los pantalones en los tobillos y zarandea una polla a decir verdad bastante grande, mientras pregunta:
-¿Quien va a chupármela primero? ¿O pensais hacerlo a medias?
Carlos y yo nos miramos, él debe entender lo que trato de transmitirle porque se arrodilla frente a él y empieza a meterse en la boca el instrumento sin quitarse siquiera la americana de encima. Manolo le agarra del pelo obligando a su cabeza a moverse hacia adelante y hacia atrás, jadeando. Parece momentaneamente olvidado de mi, de pronto me mira y dice:
- Vamos, a qué esperas. ¿No vas a echarle una mano?
Carlos abandona su tarea un instante para desembarazarse con rapidez de la chaqueta y los pantalones, que quedan hechos un bulto en el suelo. Al quitarse la camisa deja a la vista sus calzoncillos, Calvin Klein, por supuesto, que contienen a duras penas una gran erección.
...se me hace la boca agua. Manolo queda convertido en una sombra difusa al borde de mi campo de visión cuando me agacho frente a Carlos, tiro de su ropa interior dejando su pene al aire y lo dejo resbalar entre mis labios, llenándome de su sabor cálido y salado...
Esta es una situación que por descontado Manolo no va a permitir que se prolongue mucho tiempo. Se vuelve de espaldas, separa la hendidura peluda de sus nalgas con los dedos y ordena:
- Ya que lo haces tan bien, porqué no me comes un poco el culo a mi ahora.
Mi peor pesadilla materializada a los cinco minutos de empezar la función.
- No -respondo poniéndome de pie-. Yo no hago "eso".
Manolo se vuelve hacia mi con los brazos en jarras.
- ¿Como que "no haces eso"? Tu harás lo que yo te diga, por la cuenta que te trae.
- He dicho que no -insisto con firmeza. Creo que es el whisky el que me hace ostentar esos sólidos principios sin pensar en mi empleo.- No voy a comerte el culo.
- Ya lo hago yo, no pasa nada -exclama Carlos agachándose, pero el otro le aparta de un empujón y continúa mirándome desafiante-.
- No. Quiero que lo haga él.
- Muy bien -le contesto- Entonces aquí os quedais tú y tu culo apestoso. Adios, gordo.
Manolo mira a Carlos rojo de cólera mientras yo me voy dando grandes zancadas hacia la puerta. Oigo a Carlos gritar mi nombre pero solo lo que tardo en pegar un portazo tras mio, después salgo disparado escaleras abajo poseído de una euforia irracional, como si hubiese hecho algo valiente e inteligente y no cargarme mi futuro profesional en una buena empresa por un momento de escrúpulos.
Afuera me aguarda la noche cerrada y las calles casi vacías, ¿donde voy a ir?
Al área, por supuesto. Porque algo me dice que hoy voy a encontrar allí a Ojos Azules, y que esta vez voy a darle buenos motivos para volver al día siguiente...
...pero no es así.
Esa noche el área está vacía, seguramente gracias al coche de la guardia civil que se encuentra aparcado a la entrada casi como si estuviese recogiendo las entradas. De todos modos entro, aparco en la oscuridad y paso un largo rato allí sentado dejando que las sombras me empapen el ánimo, hasta que uno de los agentes golpea el cristal con no muy buenas maneras, me apunta con la linterna en la cara y pregunta:
-¿Le ocurre algo?
Niego con la cabeza y permanezco allí sentado aferrando el volante con obstinación, haciendo que el tío se de media vuelta mascullando por lo bajo. Habla con su compañero que está unos pasos más atrás y regresa de nuevo, ahora sin linterna.
-¿Hacia donde se dirige?
-A ninguna parte. He salido a dar una vuelta con el coche nada más.
-Ya...-casi puedo oirle una risilla al añadir- Está un poco muerto hoy esto, ¿eh?
Su compañero lanza manifiestamente la carcajada, y yo agradezco la oscuridad para que no me vean enrojecer hasta las orejas, temblando de vergüenza y también de indignación porque, de alguna manera, me estoy sintiendo humillado.
Arranco y salgo disparado con un chirrido de neumáticos, sin mediar palabra.
Salgo en dirección a ningún lado, nada más a conducir en la noche con la mente en blanco hasta que el sueño y la sensación de soledad me agotan y enfilo por fin de vuelta a la ciudad...
La verdad es que me sorprende, aunque me gusta su valentía de no plegarse a los deseos del barrigudo y me sorprende porque le puede costar su puesto de trabajo aunque veo claro que Carlos, aunque no le caiga bien le gusta un montonazo y terminarán liados, si no, al tiempo.
ResponderEliminarAunque, como a veces pasa sin saber porqué, ojos azules es quien en estos momentos quien le tiene obsesionado y en cuanto se produzca el encuentro, que seguro que se producirá puede ocurrir cualquier cosa.
¡ Venga, más que esto está muy interesante,
Me alegro que te guste, majete, eres un aliciente para escribir más. Gracias por el interés.
ResponderEliminarMuy bien, ¡un valiente! Eso es un ejercicio de nobleza. Aguantar con la fuerza pública, también.
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