miércoles, 7 de julio de 2010

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Un momento antes de despertar estoy soñando con los dedos de Ojos Azules enredados en mi pelo, no sé si es eso lo que me hace pegar un salto en la cama con el corazón un poco acelerado y la inquietante sensación de que él, el desconocido, estaba ahí hace un instante.
Luego miro el reloj y pego un grito.
No solo es tarde, es la hostia de tarde. Debería estar en el trabajo hace un cuarto de hora.
Me visto a toda leche con la misma ropa que llevé al área por la noche esperando que Toni hiciese el trabajo fino de costumbre y no llevar ninguna mancha sospechosa en la bragueta. Como era de esperar, paso diez minutos buscando el puto maletín que tiré de cualquier forma por la tarde, y otros tantos intentando localizar el teléfono móvil convencido de que tienen que haberme llamado más de una vez para saber donde cojones estoy. Le encuentro cuando empieza a zumbar entre los cojines del sofá y contesto mientras bajo las escaleras de tres en tres.
Es Carlos, un compañero de la oficina al que me une una poco saludable amistad basada en la mutua dependencia por los secretos compartidos. Una noche de calor en la que entré en los servicios de la estación de autobuses sin más intención que la de aliviar la vejiga y refrescarme un poco, me le encontré saliendo de un retrete con un muchacho colombiano, los dos bastante sudorosos y colocándose los pantalones. Tuve que contener la carcajada porque Carlos es el típico jilipollas engreido que siempre habla en voz alta y trata de hacerse el machito con las chicas, y al darse de bruces conmigo creo que estuvo a punto de desmayarse a juzgar por su cambio de color. Esa noche el muy capullo aprendió los peligros que entraña ese tipo de actividades en ciudades pequeñas como la nuestra...y tan solo un par de semanas más tarde lo aprendí yo, cuando él me sorprendió a mi otra noche mientras un tio me comía la polla entre los matorrales del Parque Lineal, otro de los puntos "oficiales" de contacto. Esto nos obligó a una cierta complicidad, forzada en mi caso porque nunca me había caído demasiado bien, la cual se forzó todavía más cuando en una ocasión al salir de trabajar más tarde de lo habitual intentó convencerme de que nos lo montásemos en los lavabos de la oficina.
-Ni hablar. ¿No sabes aquello de la olla y la polla?
-Venga, joder. No me hagas salir a dar tumbos por ahí esta noche. Si quieres nos vamos a mi casa.
-No. Búscate la vida por ahí o hazte una paja, qué se yo.
-No seas capullo. Ya que los dos lo tenemos claro, vamos a llevarnos bien, ¿no te parece?
- Precisamente por eso, para llevarnos bien -insistí con una firmeza que no me conocía en este tipo de cuestiones-. He dicho que no.
-Entonces tendré que seguir tu consejo -respondió el muy imbécil-.
Y sin más preambulos, aprovechando que eramos los últimos en salir de nuestra planta, se sacó el aparato ahí mismo y empezó a meneársela hasta correrse encima de mi mesa de oficina.
-Espero que algún día te decidas a colaborar, porque como esta cabezonería tuya se repita voy a ponerte la mesa hecha un cristo-dijo a modo de despedida-Pero no soy rencoroso, te daré otra oportunidad. O si no, la próxima vez apuntaré al teclado del ordenador.
A raíz de aquello la tensión sexual entre Carlos se convirtió en un asunto sin resolver, y digamos que es además de los secretos compartidos otra razón que nos une y nos mantiene en un interesante tira y afloja. Quiero creer que mi orgullo va a mantenerse en pie pero, como ya dije anteriormente, si un día me encuentra muy desesperado, quien sabe lo que puedo llegar a hacer...
- Ya sé que llego tarde -le contesto ahora- ¿llamas para alegrarte del paquete que me van a meter?
- El paquete técnicamente deberían habértelo metido ya porque hace quince minutos que empezó la reunión en la cual tendrías que haber presentado ese informe que te llevan pidiendo hace dos semanas... -responde con el tono alegre del que cuenta buenas noticias-. De todos modos, te he salvado el culo, me debes una.
- ¿Como que te debo una? No quiero deberte una -gruño. Al salir a la calle veo que llueve torrencialmente, la ciudad es una mancha borrosa tras la cortina de agua.- La que está cayendo, Dios.
- Pues no te molestes en salir de casa -dice y noto un retortijón de tripas al verme mentalmente en la calle y sin empleo. El muy cabrón hace una larga pausa dramática que me deja sin aliento antes de continuar-...no, no te han echado, aunque es posible que tengas que dar algunas explicaciones. Les he dicho que me has llamado hace una hora para avisar de que te encontrabas mal y no ibas a poder venir a trabajar hoy.
-...¿que me encontraba mal?...¿y como voy a justificar eso?
- Tranqui. Tengo un colega...-ahora baja la voz y continua en tono cómplice-...bueno, "colega-coelga" tampoco es, me lo follo esporádicamente cada diez o quince días...este tío trabaja en la administración del hospital y puede conseguirte un papelito que diga que has pasado por las urgencias domiciliarias esta mañana, con eso el jefe no podrá decir ni pío.
Vuelvo al portal, en parte aliviado por no tener que salir al aguacero de ahí fuera, por otro lado preocupado por lo que Carlos me va a pedir a continuación.
- Bien, y qué se supone que tengo que hacer a cambio. ¿O solo lo has hecho porque me aprecias y no quieres verme en problemas?
Carlos rie sonoramente con su irritante estilo habitual.
- ¡Que mal pensado! Pues claro que te aprecio y no quiero verte en problemas...pero no me cabe duda de que vas a corresponder a mi generosidad aceptándome una invitación.
-¿Una invitación a qué? ¿a chupártela?
-Tsk-tsk-tsk. Estas siendo grosero. Si crees que me estoy aprovechando de ti, lo dejamos. Eso sí, lo del justificante hospitalario quedará cancelado y tendrás que buscarte la vida para ver qué le cuentas al jefe.
-¡Pero eso es un chantaje, joder!
- Jajaja -nueva risotada prepotente- Vale, un poco sí. Pero no te voy a pedir que hagas nada que no quieras hacer, nada más es que vengas a cenar esta noche con ese amigo del hospital y conmigo. Tomamos una cerveza y luego cenamos en mi casa, nada más. Todo muy inocente.
Estoy atónito ante lo que estoy oyendo.
-¿Me estás proponiendo un trío?... ¿te vengo diciendo hace no-sé cuanto tiempo que no me lo quiero montar contigo y ahora me pides que lo haga contigo y además con un amigo?
- Venga coño. Te he conseguido un día de fiesta por la jeta además de salvarte el culo en el curro ¿y me lo agradeces así?...No dramatices: tu nada más vienes, tomas la cerveza, y te juro que si no te apetece te dejo que te largues sin cenar pero con el justificante en el bolsillo. ¿Qué me dices?

Tengo que decir que sí, claro...

2 comentarios:

  1. La verdad que no te falta razón, mezclar el sexo con el trabajo no es recomendable, pero hacerle tantos remilgos a un compañero....cuando uno también está, digamos necesitado, es un poco de cabezonería, y ahora con la propuesta del trio ya veremos, aunque me hace pensar que a lo mejor no es nada tan negativo. Me tienes en ascuas, ya casi somos cuatro en lugaar de tres.

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  2. Jajaja. Tres ya son bastantes, pero aceptarán un cuarto si se limita a mirar, pienso.
    Un saludo, majete.

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